MÁS ALLÁ DEL BERRINCHE: ESTRATEGIAS DE DISCIPLINA POSITIVA.

Existe una edad en los niños en la que los berrinches, la desobediencia y los comportamientos desafiantes son parte del día a día. A veces, parece que estamos atrapados en un ciclo de frustración y castigos y nos preguntamos cómo hacer para mejorar esa situación. 

La disciplina positiva no se trata de permisividad, sino de enseñar, conectar y empoderar. Se enfoca en comprender la razón detrás del comportamiento, en lugar de solo reaccionar a él. Nos invita a ver los errores como oportunidades de aprendizaje y a construir una relación de respeto mutuo con nuestros pequeños. 

A continuación,  se encuentran algunas estrategias de disciplina positiva que pueden implementarse cuando surgen este tipo de comportamientos.

1. Mantén la calma y conéctate.

Cuando un niño está en medio de una tormenta emocional, la primera y más importante acción es que tú, el adulto, mantengas la calma. Respira hondo. Una vez que te sientas centrado, busca conectar con el niño. Agáchate a su altura, míralo a los ojos con empatía y usa un tono de voz tranquilo. A veces, un abrazo o una simple frase como "Veo que estás molesto, ¿puedes decirme qué sucede?" puede ser el puente para desescalar la situación.

2. Establece límites claros y consistentes.

Los niños necesitan saber exactamente qué se espera de ellos. Crea reglas sencillas y explícalas de forma clara. Lo crucial aquí es la consistencia. Si una regla se aplica un día sí y otro no, el niño se confundirá y el comportamiento problemático persistirá. Asegúrate de que todos los adultos involucrados apliquen los mismos límites.

3. Ignora el comportamiento que busca atención.

Algunos berrinches y actos de desobediencia son, en esencia, un grito por atención, incluso si es atención negativa. Si sabes que el niño está seguro y el comportamiento no es destructivo, intenta ignorar el berrinche. Una vez que el niño se calme y el comportamiento cese, entonces sí, ofrécele atención positiva y elogia su capacidad para calmarse. Esto enseña que el comportamiento problemático no es el camino para conseguir lo que desea.

4. Redirecciona y distrae.

Especialmente útil con los más pequeños, la redirección es una técnica poderosa. Si un niño está haciendo algo inapropiado, guía su atención hacia una actividad más adecuada. Si está saltando en el sofá, podrías decir: "¡Los sofás son para sentarse! Ven, ¿quieres saltar conmigo en el patio?". Esto cambia el foco del comportamiento no deseado a una alternativa positiva.

5. Usa consecuencias lógicas y respetuosas.

Olvídate de los castigos arbitrarios. La disciplina positiva se centra en las consecuencias lógicas. Si un niño rompe un juguete por enojo, la consecuencia lógica es que ayude a repararlo o a guardarlo. Si no recoge sus juguetes, una consecuencia lógica es que no pueda usarlos por un tiempo. Estas consecuencias deben ser proporcionales, relacionadas con el acto y enfocadas en enseñar, no en humillar.

6. Reconoce y refuerza el buen comportamiento.

Es fácil señalar lo que está mal, pero es vital reconocer y elogiar lo que está bien. Cuando tu hijo haga algo positivo, dilo explícitamente: "Me encanta cómo estás compartiendo tus crayones", o "Gracias por guardar tus zapatos sin que te lo pida". Este refuerzo positivo es un potente motivador que anima a los niños a repetir esos buenos comportamientos.

7. Ofrece un "tiempo fuera positivo" o "rincón de la calma".

Un "tiempo fuera" no tiene que ser un castigo. Puede ser un espacio designado donde el niño (o incluso el adulto) pueda retirarse para calmarse y regular sus emociones. Enséñale a tu hijo a usar este espacio para respirar profundamente, leer un libro tranquilo o simplemente desconectarse, para que pueda regresar a la situación con una mente más clara.

8. Comprende la razón detrás del comportamiento.

El mal comportamiento es a menudo una señal, no solo de desobediencia. Podría ser que el niño tenga hambre, sueño, esté aburrido, se sienta frustrado, necesite atención o esté experimentando una emoción que no sabe cómo expresar. Tómate un momento para observar y reflexionar sobre la posible causa raíz del comportamiento. Al abordar lo que subyace al problema, puedes prevenir futuros incidentes y fortalecer tu conexión.


La disciplina positiva es un viaje, no un destino. Requerirá paciencia, práctica y, a veces, mucha creatividad. Pero al aplicar estas estrategias, no solo estarás manejando los comportamientos difíciles del presente, sino que estarás sentando las bases para que tus hijos crezcan como individuos responsables, empáticos y seguros de sí mismos.


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